domingo, 30 de mayo de 2010

miércoles, 26 de mayo de 2010

EL EMPUÑAMIENTO DE PISTOLA SEMIAUTOMÁTICA DE DEFENSA.


Mucho se ha hablado y se habla sobre este tema e incluso entre mis compañeros y yo tenemos diferentes puntos de vista acerca del mismo, si bien todos coincidimos en lo que se pueden considerar como la base de un correcto empuñamiento y que más adelante explicaré. Lo que a continuación expongo es lo que a mi me funciona y con lo que mis alumnos han conseguido mejorar sus resultados, pero no quiero decir que sea lo únicamente correcto ni la única forma de hacerlo bien; de hecho cuando algún compañero acude a la galería y veo que su forma de empuñar no es la aquí detallada, pero que sus resultados son buenos, que asimila correctamente los conocimientos explicados y que los resuelve con soltura, no le aconsejo variar ninguno de sus hábitos.
También he de decir que no basta simplemente con cambiar la posición de las manos, la presión en las mismas, o la forma de desenfundar, etc. el día que realicemos una práctica con fuego real en la galería, dado que no vamos a obtener unos resultados inmediatos, es decir, que si no entrenamos lo que hayamos aprendido, no veremos progresión alguna en nuestra forma de disparar. Deberemos entrenar el empuñamiento de forma que nos salga como algo natural, algo innato, sin pensarlo, instintivamente, de modo que nuestra memoria muscular lo tenga totalmente interiorizado y que no tengamos que realizar modificación alguna, una vez se encuentre la pistola empuñada.


El buen empuñamiento parte desde el momento que asimos el arma en la funda, debiendo tener en cuenta que si lo iniciamos de forma incorrecta, acarrearemos los errores durante toda la secuencia de tiro, dando como resultado disparos imprecisos, y con una dispersión considerable en la silueta.

La pistola debe ser agarrada con firmeza, empuñándola lo más alta posible, introduciendo el aductor de la mano fuerte en la zona conocida como la “rabera”, que es la más alta de la empuñadura, de modo que así, al estar próximos a la altura de línea de acción de la corredera, minimizaremos el cabeceo producido durante el retroceso del arma causado por el movimiento rectilíneo de la propia corredera. El dedo “corazón” de la mano fuerte además de realizar el correspondiente agarre de la empuñadura tendrá la función de ser el apoyo de la parte inferior del arco guardamonte.


Asimismo la pistola se encontrará centrada en la mano entre los dedos índice y pulgar es decir, que la pistola sea una continuación de nuestro antebrazo, no dejando hueco alguno entre el lomo de la propia empuñadura y la palma de la mano.









Una vez tengamos bien sujeto el arma con la mano fuerte, podemos adoptar dos opciones sobre la colocación del dedo pulgar, bien dirigirlo hacia la parte baja del arco guardamonte, o bien colocar el pulgar sobre la aleta del seguro (si existiera) o la parte más alta del armazón, extendido paralelo a la corredera, siendo esta última opción la que yo empleo.


Las ventajas que encuentro en este tipo de empuñamiento es que con el mismo dejamos una gran parte de la cacha en la que poder introducir la mano débil, (en el caso del empuñamiento a dos manos) con lo que reduciremos las oscilaciones de la pistola al máximo. Del mismo modo, en pistolas con aleta de seguro en el armazón (HK USP, Pistolas tipo 1911, etc.), podremos tener control del seguro manual en todo momento con el pulgar de la mano fuerte.



Ahora bien, es necesario resaltar la importancia de que no se debe ejercer presión alguna con el dedo pulgar de la mano hábil (y de la débil en el caso de empuñamiento a dos manos) sobre la corredera, de lo contrario podríamos llegar a frenar su movimiento provocando la consabida interrupción, que de fácil solución, pero que puede resultar fatal en el transcurso de un enfrentamiento armado real, si no se tiene mecanizada la solución de la misma.

Ya la pistola sujeta con una mano podemos optar, según las circunstancias en las que nos encontremos, por efectuar los disparos a una o a dos manos.

En este último caso tendremos que introducir la eminencia tenar o base del dedo pulgar de la mano débil en la zona descubierta de la empuñadura, al mismo tiempo que con dicha mano “abrigamos” el empuñamiento sobre la fuerte. Personalmente no recomiendo que se coloque el dedo índice de la mano débil sobre el frontal del arco guardamonte, ya que a mi juicio son pocas las ventajas de este tipo de empuñamiento y pueden llegar a ser muchas las desventajas en tiradores inexpertos, como impactos muy desviados por fuerza excesiva.

La fuerza a ejercer por ambas manos debe ser constante, y con igual intensidad en una que en la otra, extremo que por otro lado para un tirador novel es fácilmente asimilable, pero teniendo presente que no se debe variar la fuerza en ningún caso en el momento que se ejerza presión sobre el disparador, de lo contrario los impactos se desviarán.

Poniendo en práctica todo lo anterior, y con unas pocas horas de entrenamiento en vacío podríamos obtener unos buenos resultados, teniendo en cuenta que es importante dicho entrenamiento al objeto de que nuestra memoria muscular retenga todos los movimiento propios del mismo, y que ante una señal de alarma, y tras haber extraído la pistola de la funda, una o ambas manos sujeten la pistola con la firmeza y seguridad.